La piel azul de tu sonrisa, el fuego
de cada estrella, de cada flor dorada.
Emerge el canto de tu cabellera.
Emerge el sueño y la voz perdida.
Pienso que todo lo que tú trajiste
no ha muerto todavía.
Está en la flor del aire. Está en la flor
del fuego.
Golfo de luz apenas perceptible.
Arca de sal apenas entreabierta.
Mas, cómo habría de morir
lo que nevó tu sombra,
lo que calló la angustia de tu Muerte?
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La piel azul de tu sonrisa, el fuego...
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Ricardo Peña





